Siempre usé mi cámara como excusa para conocer a la persona que tengo en frente (y de paso a mí misma, para qué negarlo)…
Me encanta imaginar las posibles vidas de los desconocidos en el transporte público… ¿en qué trabajarán? ¿Cuáles serán sus sueños?
Pero, sin duda, me gusta aún más que las personas que posan delante de mi cámara me cuenten sus inquietudes e intentad plasmarlas en las fotos que les hago.
Porque todos somos únicos, todos tenemos algo que nos hace especiales, y a mí me encanta retratar esas diferencias.
Y porque la mirada es la puerta del alma, me fascina entrar un poco en la de mis clientes, cuando estos me lo permiten y se abren a mí de forma tan sincera y vulnerable.
¡Ojalá poder conocer a todas las personas de esta forma!
Algunos ejemplos a continuación:
La auténtica simbiósis entre fotógrafo y retratado es crear un lugar seguro entre ambos donde poder vulnerarse sin sentirse juzgados.
Creo que un buen retrato se basa en conseguir que la persona que posa para ti esté relajada y confíe lo suficiente en ti para dejarse llevar por el momento e incluso ahondar en su propia vulnerabilidad para no forzar el posado.
Y voy más allá; este es un camino de ida y vuelta, por lo que si el fotógrafo no es capaz de hallar el lugar entre ambos en el cuál se de esa apertura o vulnerabilidad (siendo própiamente abierto y vulnerable al mismo nivel), jamás conseguirá llegar a retratar algo real, porque solo será un constructo.
Consigue tu sesión de retrato
¿Te gustaría tener un retrato bonito de tu momento actual para recordarlo siempre?
Pues no dudes en contactarme sin ningún tipo de compromiso para que hablemos de ello: